Señor director:

Mentes lúcidas vinculadas al ámbito académico han destacado los elementos sustantivos involucrados en la reforma a la educación superior. Es fácil identificar en sus planteamientos dos elementos de contexto: disponen solo de macro definiciones derivadas de borradores parciales que ha entregado el Gobierno, y solicitan el pronto conocimiento de una propuesta detallada a fin de iniciar un diálogo técnico que enriquezca la elaboración del proyecto definitivo.

Sus aportes respecto de los elementos sustantivos involucrados son coincidentes. Donde al parecer se equivocan es en la espera de un espacio de discusión técnica tendiente a mejorar la propuesta gubernamental. Todo indica que ese espacio no se abrirá, pues la reforma tiene un sello ideológico. Si se toma en consideración lo ocurrido con la gratuidad, lo único que se conocerá será un proyecto terminado en el momento de su envío al Congreso, donde la argumentación técnica no encuentra su mejor espacio, pero sí uno muy adecuado para la discusión política.

Está demás destacar que la estrategia del Gobierno es correcta; no es tema el sustento técnico de su reforma, pero sí la propuesta ideológica, la cual espera aprobar con su mayoría parlamentaria.

¿Qué hacer? Abrir un espacio de debate académico de primer nivel a fin de analizar las opciones. Cualquiera sea la importancia que los legisladores asignen a ese debate, es necesario dejar sentado un testimonio del camino que se debiera recorrer. ¿Quién debería convocar? Un agente relevante de indiscutido prestigio. ¿La universidad de mayor calidad de nuestro país? ¿Algún foro consolidado?

Lo único que no podemos hacer es seguir esperando la invitación de las autoridades a un debate técnico abierto. La experiencia indica que ese espacio probablemente no existirá.

Ramón Berríos

Director de Planificación y Desarrollo Corporación de Universidades Privadas

Fuente: La Tercera