SEÑOR DIRECTOR:
Con apuro y poca responsabilidad la semana pasada fue despachado el proyecto de ley que reforma la educación superior. Eran casi 700 indicaciones que tuvieron que discutir los parlamentarios en un plazo mezquino.
No cabe duda de que el alto número de indicaciones y su profundidad se debió a un trabajo desarrollado a conciencia por el gobierno y los senadores. Por lo mismo, considerando solo 10 minutos de análisis por indicación, se hubiesen requerido por lo menos 14 sesiones de ocho horas cada una para poder despacharlo. No fue así, y en menos de dos semanas ya estaba finalizando su tramitación legislativa. Comentario aparte y que grafica la falta de conocimiento sobre lo que se legislaba, son las declaraciones de una diputada, miembro de la Comisión de Educación, que acusó al gobierno de obligarlos a votar a ciegas.
Muchas serán las excusas, pero lo cierto es que era un proyecto complejo que requería de un mínimo análisis serio. Todos estábamos interesados en contar pronto con una buena ley para una mejor regulación de la educación superior, pero también estábamos de acuerdo en que se necesitaba un marco regulatorio que mirara al futuro y que incorporara el verdadero aporte que hacen todos los actores al sistema.
Ahora vendrá el camino de arreglar lo que se aprobó, lo que nuevamente tomará mucho tiempo y grandes esfuerzos. Parece que no hacemos caso a la sabiduría popular, llena de sentido común: hagamos las cosas con calma, que estamos apurados.
Hugo Lavados Montes
Presidente Consejo de Universidades Privadas Acreditadas
Fuente: La Tercera