En una columna publicada en Emol, Marilú Matte, Decana de la Facultad de Educación, Psicología y Familia de la Universidad Finis Terrae, analiza los efectos de la pandemia sobre la educación en todos los niveles, y analiza la importancia de retomar las clases presenciales en cuanto las condiciones lo permitan.
Son conocidos los impactantes resultados entregados por la Agencia de la Calidad del Diagnóstico Integral de Aprendizajes, aplicado entre marzo y abril pasado, a 1.866.503 estudiantes entre 2° básico y 2° medio de establecimientos de distinta dependencia, aunque no distribuido homogéneamente.
Podríamos ser políticamente correctos y decir que no son buenos. Pero la realidad es que son malos, preocupantes; pero no sorpresivos. Las causas son muchas, algunas pueden hacerse desde la mirada general del sistema educativo y permitirán tomar algunas decisiones, pero lo más importante es el análisis que haga cada establecimiento, desde su contexto, para implementar un plan de acción al respecto.
Reflexionar sobre cada realidad es fundamental, ya que cada establecimiento educacional en su micro cultura ha enfrentado problemáticas distintas. Sabemos que las clases online han significado un enorme desafío, los problemas de conectividad han sido graves y en un alto porcentaje, así mismo lo ha sido la no-respuesta a las guías y materiales educativos que, de una y otra manera, los establecimientos se han esforzado por hacer llegar a sus alumnos; no es menor el número de estudiantes que han “desaparecido” en contexto de pandemia. A eso hay que sumar las condiciones ambientales y familiares a las que han estado sometido los estudiantes, con problemas de falta de privacidad, estrés, pérdidas humanas, sociales y económicas.
Son alarmantes los resultados que se dan en los cursos superiores; pero cabe preguntarse si, sumado a los problemas anteriores, al momento de responder estos estudiantes estaban motivados por dar lo mejor de sí, si comprendían la importancia de esta evaluación para su futuro, si el desgaste que las clases online han producido en ellas y ellos y el no poder asistir a sus escuelas, influyó también.
Todo esto es real, como lo es el burnout que han y están experimentando muchos profesores. Sin embargo, hay otra manera de mirar estos resultados: es el sentido de oportunidad de revalorizar la escuela como institución donde se da el ambiente más propicio para el aprendizaje y el rol de las y los docentes en este proceso, la importancia de su vocación, compromiso y formación. Su entrega en este contexto de pandemia, que no habiendo tenido mayoritariamente las herramientas para implementar de un día para otro un sistema online o híbrido, han dado lo mejor de sí, evidenciando un profesionalismo y capacidad creativa para resolver los problemas que son impresionantes, muchas veces con altos costos para sus propias familias y su bienestar.
Es importante también que al momento de diseñar políticas y planes de acción resguardar un aspecto esencial como es la condición para un aprendizaje significativo y perdurable, un ambiente de aprendizaje favorable en el que el bienestar de estudiantes y profesores es esencial. No puede transformarse en una maratón para ponernos al día en logros de aprendizaje, con foco solamente en lo cognitivo. En más de un año de un sistema remoto, en el mejor de los casos híbrido o parcialmente presencial, hay otras competencias que no han podido desarrollarse y que tienen que ver con lo social y lo emocional. No podemos separar esto de lo cognitivo, no podemos pretender “recuperar” a nuestros estudiantes sin hacer un enfoque integral.
Por último, los resultados hacen cuestionarnos la necesidad de replantear el “Plan Paso a Paso” en lo que respecta a las clases presenciales. En lo sanitario, los funcionarios de educación ya han sido inmunizados y está próxima a iniciarse la vacunación en estudiantes de enseñanza media. Teniendo en cuenta todos estos elementos, creo que es una necesidad urgente el retorno a las aulas para ir recuperando ese ambiente de aprendizaje favorable de bienestar de estudiantes y profesores que sólo la presencialidad en jardines, escuelas, colegios y liceos logran crear.
Marilú Matte
Decana de la Facultad de Educación, Psicología y Familia
Universidad Finis Terrae