Columna del Rector de la U. Viña del Mar, Carlos Isaac, en El Mercurio: «¿Selectividad o inclusividad?»

octubre 26, 2022

Por Carlos Isaac Pályi, Rector de la Universidad Viña del Mar y Director de la Corporación de Universidades Privadas

El acceso a la educación superior ha mejorado en las últimas décadas sin todavía lograr resolver la inequidad del sistema. Persiste un desequilibrio importante entre los estudiantes que provienen del primer decil versus los estudiantes del décimo decil.

Cada año egresan de la enseñanza media cerca de 250 mil jóvenes. Un 26% no rinde la prueba de selección universitaria y un 23% no obtiene el puntaje mínimo para poder postular a través del sistema común de acceso, al cual pertenecen casi todas las universidades chilenas.

Quizás esto no parece extraño y calza con una distribución esperable, basada en un mérito académico. El problema radica en que la prueba de selección está absolutamente indexada al nivel socioeconómico de la familia de origen del postulante. Entonces, si aceptamos que el talento está distribuido de manera homogénea en la población, ¿no deberían darse oportunidades homogéneas también entre los estudiantes que no rinden la prueba? ¿Y para aquellos que no logran obtener el puntaje mínimo para postular?, ¿pueden tener éxito académico estos estudiantes? La respuesta a estas preguntas es, sin duda alguna, por supuesto que sí.

Entonces, ¿es posible desarrollar proyectos inclusivos (no selectivos) en las universidades, que se hagan cargo de la diversidad de la sociedad chilena? Es posible, pero deben superar tres barreras: (a) elaborar proyectos de acompañamiento académico y socioafectivos que puedan apoyar a los estudiantes más vulnerables; (b) elaborar planes de financiamiento, ya que el Estado no apoya a quienes no obtienen los puntajes mínimos o a aquellos que no rindieron la prueba, a pesar de sus talentos, para estudiar en la universidad; y (c) desarrollar un sistema de admisión fuera del sistema común de acceso, el cual no permite adscribir a universidades con vías de admisión inclusivas. Para estos dos últimos aspectos, el Estado debería hacerse parte para promover un sistema de educación superior equitativo.

A pesar de estas trabas, algunas universidades optan legítimamente por proyectos profundamente inclusivos y tienen éxito en el camino. La tarea que queda pendiente es que el sistema de aseguramiento de la calidad tome en consideración la diversidad de perfiles de los estudiantes. Actualmente los indicadores de rendimiento académico, principalmente tasa de retención, titulación oportuna y tiempo medio de titulación, juegan un rol importante para evaluar los procesos formativos. Lo anterior parece muy adecuado, pero dicha evaluación debería hacerse a la luz del perfil de estudiantes que recibe una institución o programa.

Sin duda que en estos momentos en que nuestra sociedad busca nuevos espacios de equidad social, el desarrollo de proyectos universitarios realmente inclusivos se hace fundamental. ¿Está el sistema de educación superior chileno preparado para esto? Todavía no. Inconscientemente, estamos amarrados a criterios inadecuados y, sobre todo, asociamos selectividad a calidad. Sin perjuicio de lo anterior, algunas universidades en Chile apuestan por un real proyecto inclusivo, tal como lo hace la Universidad Viña del Mar.

Se hace imprescindible que las políticas públicas en educación evolucionen para que podamos tener un sistema universitario donde puedan convivir bajo las mismas condiciones proyectos selectivos y proyectos inclusivos.

Fuente: El Mercurio